Las luchas de los profesores chilenos y los mitos construidos por los “expertos de la educación”

El Colegio de Profesores de Chile, la semana pasado realizó paralización nacional de 48 horas (4 y 5 de junio), a raíz de no recibir respuestas de parte del ministerio de educación, movilización que culmina con una gran marcha en Valparaíso, y que ahora se enfrenta a las consecuencias y amenazas propiciadas por fallo de Contraloría General de la República, quien exige que se descuenten los días que los profesores no trabajaron, frente a esto, el Magisterio emitió la siguiente opinión:

Diagnóstico político-gremial ante el dictamen E93887/2025 y los oficios de Contraloría

¿Qué se está instalando?

    • Una cultura del castigo.
    • Un modelo de obediencia administrativa.
    • Una señal de vigilancia institucional.
    • Una des-politización forzada del trabajo docente.

    ¿Cuáles son las reales intenciones?

      • Desarticular al Colegio de Profesores de Chile.
      • Impedir la capacidad de negociación colectiva.
      • Preparar el terreno para cambios estructurales sin resistencia.
      • Aplicar el modelo gerencial en la educación pública.

      ¿Qué terrenos estamos pisando?

        • Democracia con instrumentos autoritarios.
        • Retiro de derechos adquiridos.
        • Ambigüedad institucional.
        • Riesgo de represión blanda.

        ¿Qué sucedería si nos acallaran?

          • Educación sin actores críticos.
          • Deterioro sin resistencia de condiciones laborales.
          • Privatización silenciosa.
          • Desintegración gremial.

          ¿Quiénes se beneficiarían? ¿Por qué?

            • Sostenedores que buscan control absoluto.
            • Sectores privatizadores.
            • El poder político de turno.
            • Sectores interesados en el traspaso a una educación pública.
            • La élite económica, que necesita un sistema educativo funcional al capital.

            Batalla ideológica en la educación

            Que la educación pública sea un blanco sobre el que apunta el capitalismo para reproducir las desigualdades es un asunto que no debería tener disenso al interior del movimiento popular. Conceptos como la educación de mercadoexisten, aunque las nuevas narrativas de izquierdapretendan relativizar todo con su nueva forma de hacer y entender la política.

            Ya lo decía Paulo Freire en su obra Cartas a Quién pretende enseñar, un libro que revela el sentido más puro de lo que significa ser profesor, maestro o docente, desde la decisión misma que los jóvenes toman antes de ingresar a la facultad, y luego durante sus procesos formativos hasta integrar el Magisterio. Uno de los retos del profesorado es no caer en las trampas del sistema. Debenaprender a asumirse desde su rol de trabajadores y no de “tíos y tías”.

            El profesor es un trabajador; una verdad que, sin salir de la obviedad por un lado, se somete a diario a escrutinio público. Esto se debe a que, si bien nadie podría cuestionarle formar parte del mundo laboral, se le solicita elementos que no vienen al caso para personas que se encuentran bajo el precepto de vender su fuerza de trabajo. Se le exige vocación a toda prueba y que no ejerza sus derechos, en nombre del “bien superior de los estudiantes”.

            “Un día de clases perdido es un tiempo irreparable que afecta seriamente los procesos de aprendizaje de los estudiantes”. Esta frase la repiten a coro el Ministerio de Educación, ese sector que se autodenomina “experto en educación”, así como un sector de la sociedad que, por lo general, no muestra preocupación por los asuntos públicos. Para mayor preocupación de estas “almas caritativas”, los más afectados son los estudiantes de sectores vulnerables, situación que los conmueve profundamente.

            Ante lo expuesto, no puede haber dudas sobre las posiciones en disputa: los izquierdistas del lado de los trabajadores (en este caso, de los profesores), los derechistas del lado de los mercados. Mientras tanto, los centristas se alinean con la posición hegemónica de turno. Sin embargo, en un mundo donde prima la confusión, estas posiciones no están bien definidas.

            Esto se explica a partir de una nueva configuración: ya no es solo el capitalismo el que asume el control del pensamiento. También se levanta con fuerza, en la realidad chilena, el posmodernismo, corriente que ataca cualquier atisbo que pudiera acercarse al marxismo. Incluso llega a considerar adversarias o enemigas posturas que no tienen nada que ver con el marxismo, pero que de alguna manera les hacen rememorar las luchas sociales, las manifestaciones callejeras y las reivindicaciones socio-políticas.

            La misma plataforma de lucha propiciada al interior del Colegio de Profesores de Chile no tiene una relación directa con el marxismo. Sus principales dirigentes no son marxistas, y la organización gremial es diversa en su composición, con serios problemas endógenos de unidad. Sin embargo, ha sido capaz de mantenerse en estado de alerta frente a demandas sentidas tanto por los profesores como por las comunidades educativas de todo el país, quienes creen que una mejor educación pasa necesariamente por la defensa irrenunciable de la educación pública.

            Y esa lucha ha encontrado una serie de detractores, en su mayoría, defensores abiertos del capitalismo. Esto se expresa en una batería de argumentos que desesperadamente intentan instalar en el debate nacional, como una estrategia de gran envergadura. El objetivo es aislar a los profesores movilizados de cualquier apoyo que pudieran tener de familias, estudiantes y la sociedad en general.

            Por lo mismo, este sector gremial, que ha protagonizado jornadas de movilización durante este último gobierno, se enfrenta a una estrategia que pretende deslegitimar sus demandas, creando una corriente de opinión favorable al mantenimiento del establishment: “que el sistema funcione, pese a todo”. Según esta narrativa, los grandes responsables de los problemas de la educación son los profesores “que luchan” por sus derechos.

            Por un lado, están los sectores que históricamente han defendido el capitalismo, aquellos que han abrazado con esperanza las políticas mercantilizantes en el campo educativo: tecnicistas, burócratas, “expertos”, es decir, aquellos que reducen los procesos de enseñanza-aprendizaje a instrumentos cuantitativos, saberes académicos y cifras. Por otro lado, están aquellos que en un pasado reciente han defendido la lucha de los maestros, estudiantes y familias, quienes se han movilizado por la defensa de la educación pública, pero que hoy no ven con buenos ojos que una lucha de alcance nacional pueda en un futuro tomar cauces transformadores, y, valga la desgracia, cauces revolucionarios (que aunque parece muy lejano con un pueblo movilizado por sus demandas, nunca se sabe su potencial), pues el fantasma del estallido chileno los persigue; a toda costa se debe evitar despertar al pueblo de nuevo.

            Algunos elementos que definen la estrategia para detener a los profesores movilizados son la base para deslegitimar luego cualquier forma de manifestación sindical y popular: las ya conocidas tácticas de “divide y vencerás”, las “verdades” expresadas por los medios de comunicación controlados por el sistema. Las mismas recetas que adquieren un mejor sabor cuando los renegados de izquierda abandonan sus posiciones para pasarse a la vereda del frente. Un ejemplo claro es el ministro de Educación, Nicolás Cataldo (PC), quien, de forma constante, deslegitima y se burla de cualquier intento de los profesores por ejercer su derecho a la protesta social.

            Cronología de un conflicto en ascenso

            En octubre 2023, escribimos un artículo titulado: ¿Qué dejó la movilización nacional docente?, tras largas jornadas de protesta desde julio a septiembre de ese año, incluyendo movilizaciones locales aún mas extendidas por la crisis de financiamiento que tuvo a muchas comunas a lo largo del país, con profesores sin recibir ni su sueldo ni el pago de cotizaciones legales, sumado a graves problemas de infraestructura y el creciente fenómeno de la violencia en contextos escolares.

            Este conflicto culmina con la destitución del ministro Marco Antonio Ávila (Frente Amplio), presentado como el “ministro-profesor”, pero que no fue capaz de resolver un conflicto complejo. Pasó a ocupar ese cargo el actual ministro Nicolás Cataldo, uno de estos renombrados “expertos en educación”, quien entró con la única misión de evitar un paro nacional indefinido. Su trabajo inicial consistió en cuestionar las razones de la movilización y, en segundo lugar, entregar soluciones sensatas a problemas reales.

            En ese entonces, el mismo ministro despreciaba la adhesión de la última votación interna del Magisterio, que votó a favor del paro por un 53.66%, mientras el ministro de Hacienda, Mario Marcel, culpaba a los profesores por la caída del IMACEC (indicador económico) del mes de agosto. Pero finalmente, el gobierno se comprometió a dar solución con plazos razonables a cada una de las demandas. Por supuesto, no cumplieron.

            También en aquel artículo se menciona la incapacidad del Magisterio de aprovechar la fuerza del movimiento para instalar sus posturas. Si bien, por un lado, se enfrenta a un ministro sin voluntad política como Cataldo, las contradicciones internas en medio de un próximo proceso electoral del Colegio de Profesores no permiten actuar de forma cohesionada. A pesar de la voluntad unitaria de sus bases, los personalismos en disputa resultan claves al tener que bajar la paralización bajo promesas que todos sabíamos no se cumplirían.

            Un año y medio después, frente a un silencio crónico de las autoridades políticas, vuelven a surgir las manifestaciones docentes. Sin embargo, esta vez las demandas se acotan simplemente al cumplimiento de una agenda corta, en teoría de más fácil resolución. No obstante, la postura del gobierno no cambia; el ministro de Educación sigue sin entender por qué los profesores osan ejercer presión en las calles contra lo que él cree es “su gobierno”, “el gobierno del pueblo”, y él “un ministro cercano y preocupado por sus colegas profesores”.

            Hoy, las demandas docentes inmediatas se expresan en la titularidad docente, creando un clima de estabilidad necesaria para cualquier trabajador; la conciliación familiar para los docentes, creando mecanismos que disminuyan el agobio laboral; el reconocimiento real a la labor de los profesores jefes; que el Día del Profesor sea incorporado dentro del calendario escolar, y hacer frente a las situaciones de violencia escolar, pues actualmente cualquier trabajador de la educación se encuentra indefenso frente a cualquier agresión en su contra. Estos son asuntos que requieren tan solo una voluntad mínima de parte del ministerio; sin embargo, prefieren tomar el camino contrario a resolver el conflicto.

            En santa jauría se han conjurado el Ministerio de Educación, los “expertos” escondidos en fundaciones, los medios de comunicación y, ahora último, la Contraloría de la República (que es un nuevo actor de refuerzo). A viva voz gritan que el paro de profesores es una afrenta a la democracia y al sistema político, que es un acto egoísta que solo perjudica a los niños y adolescentes en su derecho a la educación, y a las abnegadas familias de Chile que no tienen dónde “guardar” a sus hijos mientras van a sus trabajos.

            Luego de sus gritos de dolor por el sufrimiento que los profesores causan a las familias chilenas, vienen sus dolores emocionales por ver a los profesores a quienes solo les importa el dinero, dejando de lado la vocación que tanto extrañan de sus propios profesores cuando ellos eran niños. Al parecer, la razón y la emoción están del lado de los poderosos, y eso es lo que intentan instalar en el debate nacional. Como diría Carlos Marx, “la burguesía crea un mundo a su imagen y semejanza”.

            Algunos mitos instalados por la burguesía frente al Paro Docente

            “Los profesores no quieren trabajar, solo le interesan las vacaciones y los paros”

            Se intenta construir la imagen de que los profesores son flojos y egoístas, y que sus huelgas solo perjudican a los estudiantes y sus familias. Sin embargo, la realidad es que los profesores chilenos, así como en la mayoría de países del mundo, tienen extensas jornadas laborales que incluyen preparación de materiales, corrección de evaluaciones, reuniones tras reuniones y trabajo administrativo (parte del cual es innecesario).

            Los paros locales y/o nacionales, y formas de protesta como las “jornadas de brazos caídos” y “jornadas de reflexión”, son instancias que solo se ejercen frente a muchos intentos fallidos de negociación, cuando solo reciben como respuestas negaciones, burlas e indiferencia. Es únicamente ante situaciones como estas que surgen las protestas. Por lo tanto, primero habría que preguntarse: ¿Por qué los profesores tuvieron que paralizar sus actividades? La respuesta la encontrarán en la indolencia de sus empleadores.

            Además, las demandas que promueven los trabajadores no son disparatadas; obedecen a situaciones concretas, como mejores condiciones laborales, recursos, salarios y estabilidad laboral. Esto se enmarca dentro de los límites de las luchas sindicales que cualquier trabajador ejerce cuando sus aspiraciones no son atendidas.

            “Los profesores son resistentes al cambio y al progreso (no tienen la capacidad de innovar en educación)”

            Se intenta construir la imagen de que los profesores son reacios a la innovación de sus competencias profesionales. Esto lo afirmó el propio ministro de Educación, Nicolás Cataldo, en noviembre de 2024, al hacerse público un estudio sobre la permanencia y revinculación escolar. Así, recurre a la misma receta de todos los gobiernos anteriores: culpar a los profesores de todos los males de la educación chilena.

            El ministro señala: “Tenemos escuelas del siglo XIX, con profesores del siglo XX, para estudiantes del siglo XXI”. Por supuesto, no asume ninguna responsabilidad ni del Estado ni del Gobierno frente al deterioro de las escuelas. Tiene razón en que estas no responden a las necesidades de este siglo, pero esa es responsabilidad de las instituciones políticas, incluyéndose él, y no de los profesores que deben trabajar todos los días bajo esas condiciones (que él mismo desprecia y llama “escuelas del siglo XIX”).

            Muchas veces, esas resistencias a las que hacen referencia los “expertos”, con las que se encuentran en las escuelas —luego de que ellos toman sus decisiones políticas sin consultas, solo basándose en datos técnicos, investigaciones e intereses de partidos políticos—, pueden encontrar resistencias legítimas en quienes tienen que implementar esas políticas en contextos reales, bajo las mismas condiciones de las que tanto se queja el señor ministro.

            “Los profesores son los responsables de la mala calidad de la educación”

            Se intenta simplificar datos concretos que fueron denunciados durante décadas por el movimiento social por la educación. Ante la negación de los defensores del sistema, que insistían en la necesidad de una educación de calidad, ahora asumen que, efectivamente, no hay calidad. Sin embargo, nuevamente ellos no tienen nada que ver con esta realidad negativa; en cambio, son los profesores los únicos culpables. A veces, cuando las luchas estudiantiles están en auge, se incorpora a la fórmula: “profesores sin vocación y flojos, con estudiantes sobre-ideologizados, son el cáncer de la educación chilena, los grandes enemigos a vencer para salir del subdesarrollo”.

            El mismo presidente Gabriel Boric instala de forma soterrada este discurso cuando sale en defensa de los Servicios Locales de Educación Pública. Dice que bajo esta modalidad, propiciada por el gobierno, se han obtenido mejores resultados, cuando en realidad, no son los sostenedores de las escuelas quienes propician per se buenos resultados, sino el trabajo diario de los miembros de las comunidades educativas.

            Además, se omite que muchas de las demandas de los profesores no ponen en el centro sus reivindicaciones salariales, sino precisamente la exigencia de mejores condiciones laborales que propicien mejoras en la calidad de la educación que reciben los estudiantes. Demandas que tampoco han sido atendidas adecuadamente por ningún gobierno en décadas.

            “Los profesores están ideologizados y adoctrinan a los estudiantes”

            Se intenta acusar a los profesores de promover sus ideas políticas al interior de las aulas y de no asumir el rol neutral que deben tener. Sin embargo, se omite que quienes deciden los contenidos, habilidades y actitudes no son los profesores, sino instancias ajenas a las escuelas, como el Consejo Nacional de Educación, donde confluyen distintos estamentos. Los profesores deben abordar, de forma contextualizada a sus realidades, lo referido en el currículum nacional y los programas de estudio.

            Al mismo tiempo, se les insta a promover el pensamiento crítico en los estudiantes y a transmitir la cultura y los valores predominantes en la sociedad; es decir, deben reproducir los elementos que forman parte del sistema político. Pero su labor va más allá de enseñar a adecuarse al mundo, sino a entregar herramientas a las nuevas generaciones para construir nuevas realidades, a partir de los conocimientos transversales acumulados por la historia.

            Fomentar una educación contextualizada en una sociedad inequitativa y carente de justicia social crea, de por sí, estudiantes que se pregunten: ¿Será posible un mundo mejor? Y eso no debería considerarse de forma peyorativa “adoctrinamiento”, sino que destaca el verdadero propósito de la educación.

            “Las demandas de los profesores solo son por dinero”

            Se intenta minimizar las demandas de los profesores, reduciéndolas solo a aspectos económicos, siendo que estas obedecen a un contexto de confrontación político-social y al mismo quehacer pedagógico. Las demandas actuales son prueba de ello, ya que se instalan problemáticas que no están directamente relacionadas con mejoras salariales.

            Exigen, por ejemplo, la reducción de la carga administrativa que produce agobio laboral. También demandan mejoras de infraestructura para que los estudiantes cuenten con espacios adecuados para estudiar (iluminación, recursos tecnológicos, bibliotecas, casinos, patios acordes a la cantidad de estudiantes, arreglos generales y materiales didácticos adecuados, entre otros). Asimismo, piden un aumento de la dotación de personal docente y no docente, como psicólogos, trabajadores sociales, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, así como personal denominado de “servicios menores”, que favorezcan la seguridad e higiene de los establecimientos.

            “Hay demasiados profesores, o cualquiera puede ser profesor”

            Se intenta devaluar la profesión docente, y esto es una constante de muchos gobiernos, sugiriendo que no se requiere una especialización para ejercer esta labor y que existen demasiados profesores, todo para justificar la precarización laboral. Pero luego surgen datos que los hacen contradecirse, asumiendo que se espera un alto déficit de profesores a nivel país para el 2030.

            La realidad es que la profesión docente exige una formación rigurosa en pedagogía, que incluye, entre otros saberes, una alta especialización en diversas disciplinas de enseñanza, didáctica y psicología del aprendizaje. Además, requiere habilidades sociales como empatía, comunicación y habilidades de liderazgo en el aula.

            Más aún, en un contexto de polarización de la violencia en la sociedad, que se expresa de forma creciente en las escuelas, frente a la incapacidad de las autoridades políticas para responder a esta urgencia, se erige como una de las tantas razones que justifican la movilización de los profesores de Chile. Estos han enfrentado casos emblemáticos de violencia en sus lugares de trabajo, mientras el gobierno, en esos casos, tan solo brilla por su ausencia.

            Sobre el devenir del Paro Docente

            El Paro Docente ha culminado su segunda etapa con la paralización de actividades este 4 y 5 de junio, finalizando con una gran expresión de masas en la ciudad de Valparaíso, donde se encuentra el Congreso Nacional. Esto ocurrió a pesar de las medidas disuasivas, como la detención de buses provenientes de todo el país a 10 kilómetros de la ciudad, obligando a los profesores a marchar durante horas (un hecho inédito), pensando que el cansancio detendría a los docentes.

            Ahora, de no mediar soluciones ni respuestas, queda el camino del Paro Nacional Indefinido, una opción que nadie quiere por sus implicaciones sociales. Por un lado, los profesores no desean llegar a esa instancia porque entienden que, si hubiera voluntad del gobierno, este problema se resolvería. Sin embargo, las señales de quienes están en el poder indican que este año la confrontación puede salirse de las manos de los actores involucrados.

            El ministro de Educación, nuevamente con sus declaraciones desafortunadas, cuestiona la legitimidad del paro, acusando intereses políticos detrás de ello. Dice, además, que todos estos temas ya están más o menos resueltos, queriendo decir que los profesores no tienen razones para quejarse ni movilizarse.

            A esto se suma una avalancha de declaraciones de un sector autoasignado como “expertos en educación”, principalmente de fundaciones y ONG que defienden la educación de mercado, con sus opciones y datos. Promueven que las familias chilenas no apoyen las aspiraciones docentes, asuntos de los que se hace eco el gobierno, gritando a coro el discurso predominante de los sectores más conservadores de la sociedad.

            Y el último actor que interviene de forma amenazante es la Contraloría General de la República, quien se pronuncia como un actor no neutral, como punta de lanza que pretende quebrantar la voluntad de lucha de los profesores chilenos, exigiendo el descuento inmediato de los días no trabajados por la movilización docente.

            El futuro de esta lucha de los profesores aún se encuentra en desarrollo. A simple vista, no han logrado doblar la tozuda mano del ministro de Educación (ex defensor de la educación pública); sin embargo, ahora se vienen nuevas jornadas de movilización.

            Es necesario apoyar la lucha de las y los profesores

            La conclusión del Colegio de Profesores es que una posible derrota de los docentes iría en directo beneficio de quienes promueven una educación pública servil, desprovista de resistencia y organización. Más allá de las ambigüedades y debilidades inherentes al Magisterio, este es el momento crucial para que la sociedad en su conjunto apoye este movimiento de masas.

            Se advierte una inminente arremetida reaccionaria que, al percibir un movimiento docente derrotado y la ausencia de luchas estudiantiles, buscará un momento propicio para profundizar políticas al servicio del capitalismo. Estas políticas deteriorarían los derechos laborales del profesorado y, concomitantemente, la calidad misma de la educación.

            ¿Que dejó la movilización nacional docente?

            Empezando a fines de julio, durante todo el mes de agosto pasado, y parte de septiembre, el movimiento docente tuvo unas jornadas nacionales de movilización, incluyendo una consulta hacia un paro nacional indefinido. El petitorio nacional del Colegio de Profesores sintetizaba ocho puntos con demandas sentidas por los profesores, como la deuda histórica y el agobio laboral. Finalmente las negociaciones dieron lugar a mesas de trabajo con el gobierno, con plazos establecidos para entregar resultados en los próximos meses del año. Los profesores deben mantenerse alerta.

            ¿Qué lecciones deja la movilización docente, y que se puede esperar de las mesas de trabajo con el gobierno?

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            Chile: A 50 años del golpe de estado

            Se cumplen 50 años del golpe de estado contra el presidente Allende en Chile. En este artículo, Carlos Cerpa Mallat, describe los acontecimientos que precedieron al golpe, como se transitó de la dictadura al régimen actual y extrae las principales conclusiones políticas de aquella tragedia y que son necesarias para armar a las nuevas generaciones.

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            Boric Pacolover: Ley de Gatillo Fácil abre el camino a la reacción

            “Toda reacción, nutre, refuerza los elementos del pasado histórico sobre el que la revolución ha descargado un golpe sin haber logrado aniquilarlo” L. Trotsky Los marxistas hemos advertido desde el primer día que el gobierno de Gabriel Boric viene bailando al ritmo de la derecha. Desde la segunda vuelta de la elección presidencial denunciamos el … Continua leyendoBoric Pacolover: Ley de Gatillo Fácil abre el camino a la reacción

            Toda reacción, nutre, refuerza los elementos del pasado histórico sobre el que la revolución ha descargado un golpe sin haber logrado aniquilarlo” L. Trotsky

            Los marxistas hemos advertido desde el primer día que el gobierno de Gabriel Boric viene bailando al ritmo de la derecha. Desde la segunda vuelta de la elección presidencial denunciamos el uso populista de cuestiones de inmigración y seguridad pública en la campaña. Con este tipo de agenda represiva pretende ganar el apoyo de sectores moderados o despolitizados y restarlos a la derecha. En realidad, al final solo lleva más agua al molino de la reacción y la ultraderecha. La última semana, con el impulso de una ley de gatillo fácil para carabineros, conocida como Ley Naín-Retamal, el presidente Boric encabeza una política rebasada de traiciones y volteretas.

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            Entrevista a SINACIN: “Los trabajadores obtendremos lo que somos capaces de defender”

            Los compañeros de la Corriente Marxista Internacional hemos conversado con los dirigentes del Directorio de SINACIN, Miguel Barrera y Juan Navarrete, quienes explican la situación de los trabajadores faeneros, los cambios ocurridos en las últimas décadas en sus condiciones y organización, así como sus demandas entorno a la conocida reforma de las 40 horas.

            El Sindicato Interempresa Nacional de la Construcción Industrial y Actividades Anexas, SINACIN, proviene del sindicato de montaje industrial. Organiza desde los guardias y trabajadores de servicio, hasta los de construcción. Sus miembros se encuentran en lugares de importancia para la capacidad productiva del país, como en puertos, minería y centrales de paso.

            La entrevista expone la importancia de la organización sindical, conectando las luchas que dan en el corto plazo, con su rol histórico en las luchas del movimiento sindical y de todo el pueblo trabajador. Los trabajadores faeneros representan un sector estratégico de nuestra clase, su explotación permite la acumulación de capital en base a proyectos gigantescos en manos de los empresarios más ricos del país y del mundo. Se demuestra que el trabajo es el elemento fundamental de la sociedad y la economía, y que el gran capital es un obstaculo para el desarrollo y el bienestar de las mayorías explotadas . Los sindicatos, empujados por sus bases de trabajadores y trabajadoras, deben ponerse a la altura de las circunstancias como instrumento de la lucha de clases, y no de colaboración con los capitalistas y su gobierno.

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            Lecciones tras la derrota del Apruebo: El proceso de Octubre no está cerrado, ¡la lucha continúa!

            Los resultados del plebiscito de salida para refrendar la propuesta de nueva constitución emanada de la Convención Constituyente han dado una amplia mayoría a la opción rechazo, con un 62% de los votos. Este resultado es incluso peor de lo que preveían las encuestas. Es necesario explicar el porqué. La primera observación es que la … Continua leyendo “Lecciones tras la derrota del Apruebo: El proceso de Octubre no está cerrado, ¡la lucha continúa!”

            Los resultados del plebiscito de salida para refrendar la propuesta de nueva constitución emanada de la Convención Constituyente han dado una amplia mayoría a la opción rechazo, con un 62% de los votos. Este resultado es incluso peor de lo que preveían las encuestas. Es necesario explicar el porqué.

            La primera observación es que la distribución del voto fue parecida a la de la segunda vuelta de la elección presidencial. En el gran Santiago y en el gran Valparaíso, las comunas obreras y populares votaron en mayor proporción por el apruebo (aunque en muy pocas superó al rechazo) y las comunas burguesas de clase alta votaron aplastantemente por el rechazo. Sin embargo, a diferencia de entonces ahora el voto de las comunas obreras no fue suficientemente favorable al apruebo como para contrapesar el voto de los ricos.

            Por dar un solo ejemplo, en Lo Espejo, Boric sacó 34.000 votos ante los 12.000 de Kast (73% contra 26%). Ahora el apruebo logró 36.000 votos, pero el rechazo contó con prácticamente el mismo número (50% contra 49%). Ahí está una de las claves. El plebiscito contó con una participación récord en virtud de la aplicación por primera vez de la combinación inscripción automática más voto obligatorio, lo que movilizó a un bolsón de votantes habitualmente apáticos y escépticos, siempre más susceptibles a la propaganda del miedo de la derecha y los grandes medios de comunicación, y que aparentemente se inclinaron por mantener el estado actual de las cosas. Esto afectó además de manera desproporcionada a las comunas obreras y pobres que son tradicionalmente más abstencionistas.

            Pero esto no era algo automático ni inevitable. Algunos de los mismos dirigentes que son responsables del desastre, ahora culpan al pueblo “ignorante”. Hay que decir claramente que la nueva Constitución propuesta no logró conectar con las angustias reales de la población y los trabajadores, con pocas soluciones concretas a las demandas que llevaron a la revuelta popular de 2019, tales como el fin de las AFP, la renacionalización de los recursos naturales, la refundación de la policía y el ejército, etc. Los sectores populares más desilusionados de la política suelen inclinarse hacia programas decididos, que aborden sus problemas cotidianos con firmeza; ni el gobierno, caracterizado por su apatía, ni la Convención, enmarañada en ideas postmodernistas, han logrado entusiasmar a las masas. La propuesta de Constitución, al quedarse en los márgenes estrechos de la propiedad burguesa, es incapaz de responder a cuestiones básicas como la educación, la salud, la jubilación, el empleo, etc. Las frases altisonantes sobre un “estado social de derecho”, el carácter “plurinacional” (al tiempo que se encarcela a los dirigentes mapuches y se mantiene la militarización de la Araucanía) no podían convencer a un sector lo suficientemente amplio de los trabajadores y los oprimidos. Una propuesta más clara y radical, de ruptura abierta con el capitalismo, de proponer la resolución de los problemas acuciantes de las masas sobre la base de la expropiación de los ricos y poderosos, hubiera sido la única con capacidad de romper la propaganda del miedo y convencer a los sectores anteriormente abstencionistas.

            Otro elemento a considerar fue que el rechazo se impuso prácticamente en todas las regiones del país, pero sacó una amplia ventaja en áreas rurales y en el sur de Chile. Esto demuestra que los principales partidos por el apruebo, el PC y el FA, e incluso mucho de los movimientos sociales representados en la Constituyente, carecen de una base firme en sectores campesinos y semi-rurales, y han basado sus campañas en núcleos pequeñoburgueses y progresistas, desdeñado la construcción de partidos de masas con sólidas bases ideológicas. La construcción de una conciencia obrera robusta no se logra de la noche a la mañana, a través de memes ingenuos en redes sociales o volantes simplistas.

            Como era de esperar los partidos del apruebo no han sacado ninguna conclusión, o mejor dicho han sacado la conclusión contraria a la que se necesitaría. El gobierno y sus partidarios tempranamente han dado señales de un giro a la derecha, han hablado de “sintonizar mejor con las mayorías”, que no es otra cosa que morigerar aún más su ya diluido programa, y abrir espacio a elementos de centro y derecha de la extinta concertación, que esperaban como buitres una oportunidad como ésta para levantarse de sus ataúdes. Buena parte de la coalición gobernante estaba incómoda con un programa más radical, y veían en la propuesta constituyente una amenaza a su tranquilidad, por lo que han recibido esta oportunidad con satisfacción. Pero se equivocan quienes añoran un retorno a la aparente estabilidad de los gobiernos de la Concertación. El “Acuerdo por la Paz”, una componenda diseñada para cerrar por arriba la revuelta de Octubre, buscaba restablecer una solidez institucional, y lo que se logró fue todo lo contrario: incertidumbre institucional y crispación popular.

            En las calles no se escucharon manifestaciones masivas ni festejos desbordados. El voto rechazo no es un voto ideológicamente duro; más bien era un voto alimentado por el miedo y la incapacidad de la propuesta de constitución de dar respuesta a las dificultades reales de un sector del electorado que ya venía de una posición de falta total de confianza en las instituciones. No han logrado ninguna victoria real, pues todo retorna a la Constitución de Pinochet, que ya fue rechazada por un 80% de la población. Los caminos que se abren son múltiples y precarios. Se reunirá el gobierno con los partidos del apruebo y del rechazo, para buscar un nuevo acuerdo para salir de este intríngulis, intentando mantener las definiciones tras las gruesas paredes del Congreso Nacional, el órgano más desprestigiado de la nación.

            Los círculos progresistas no tardan en mostrar signos de desmoralización. No es de extrañar; su visión mecanicista de la realidad no les permite escudriñar más allá de la superficie de las cosas. Los marxistas, en cambio, no podemos darnos el lujo de desmoralizarnos y unirnos al coro de lamentos en redes sociales. Comprendemos que las profundas corrientes subterráneas no revierten su flujo producto de votaciones circunstanciales. Las manifestaciones en apoyo al apruebo de las últimas semanas de campaña arrojaron a las calles cientos de miles de jóvenes y trabajadores determinados y radicalizados, un escenario que no estaba en los papeles de la élite hace unos pocos años atrás. Esas capas multitudinarias no se satisfarán con nada menos que las demandas básicas de Octubre de 2019, con la promesa del fin del neoliberalismo, es decir del único capitalismo posible en esta fase de crisis orgánica del sistema y recesión mundial. En un estado de crisis económica y social que se arrastra por años, buscarán otras salidas a sus problemas más angustiantes, solidificarán sus organizaciones territoriales y volverán, más pronto o más tarde a las calles. La idea de que las aspiraciones de un cambio radical en las masas de la clase obrera y los oprimidos, que se expresaron en la histórica revuelta de 2019 no se pueden resolver con un cambio constitucional, como ya advertimos en su momento, ha sido puesta a la práctica y ha fracasado. Los trabajadores chilenos más comprometidos comienzan a despertar de las ilusiones democráticas propuestas por la clase dominante, y al calor de esta frustrada experiencia, retomarán su espíritu de lucha, pero esta vez con un nivel de consciencia cualitativamente superior.

            Estas capas constituyen un campo fértil en el que se han depositado los sedimentos de la revuelta de Octubre, que espera ser arado con la yunta del marxismo y sembrado de ideas revolucionarias. El fruto madurará silenciosa pero irrevocablemente, y debemos estar preparados para cosecharlo. La CMI- Chile lo dijo claramente antes del plebiscito y lo repite ahora: ¡la lucha continúa!

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            Aprobar para seguir luchando

            El régimen, con el Acuerdo por la Nueva Constitución y auxiliado por la pandemia, logró efectivamente desmovilizar el impulso revolucionario de los cinco meses que siguen al estallido. Ahora nos enfrentamos a tomar una posición frente a la coyuntura inmediata, que es por el Apruebo, el Rechazo, o anular y boicotear el plebiscito. Algunos grupos de izquierda han hecho el llamado por estas últimas opciones, regando el pesimismo dentro de la clase trabajadora. El triunfo del rechazo representa la mantención del statu quo y cederle a la derecha más recalcitrante un sentimiento de confianza. Peor aún, presenta el riesgo de infundir en las masas la desmoralización y el descrédito de la importancia cardinal que tuvo el estallido. Aunque fue finalmente desviado dentro del proceso constituyente, es necesario reivindicar el impulso revolucionario original de la Rebelión de Octubre, el levantamiento insurreccional, y la Huelga General, para defender ese legado de autoorganización de la clase trabajadora y acción directa de las masas. Debemos por lo tanto llamar a votar Apruebo, pero sin sembrar ilusiones en el pueblo.

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            La producción capitalista y su incidencia en la crisis climática

            Mauricio Olave Sierra, Presidente EcoMaestranza

            Existe una crisis planetaria sin precedentes y la complejidad de actores involucrados, incentiva una desbordada proliferación de teorías que explican este fenómeno, el fenómeno de la crisis ambiental, puesto que nos encontramos ante un hecho ineludible, que incorpora como actores, a prácticamente toda forma de vida en el planeta, y coloca a la humanidad ante un callejón sin salida

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            Luis Emilio Recabarren y el desarrollo de las fuerzas reales del sindicalismo chileno

            Mauricio Olave Sierra

            El contexto en que se expresan las primeras luchas proletarias en Chile, coincide con la dominación del imperio británico, que se profundiza con la “victoria” en la Guerra del Pacífico, conflicto bélico que anexa territorio peruano y boliviano al territorio nacional. Con esta conquista bélica, Chile adquiere control sobre grandes extensiones de territorio y con ello, se adueña del salitre irrumpiendo en la economía mundial, en pleno auge de los fertilizantes naturales.

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            La derecha pinochetista levanta cabeza. ¿Cómo detener a Kast?

            El candidato de ultraderecha Jose Antonio Kast, pasa a segunda vuelta con una primera mayoría de 28%. Gabriel Boric, de Apruebo Dignidad (coalición del Frente Amplio con el Partido Comunista) obtuvo el 26%, una diferencia de 150,000 votos.

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